En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, los habitantes de Nuevo León recibieron una noticia alarmante: cinco municipios del estado se encuentran entre los más contaminados de todo México, de acuerdo con un reciente informe de la plataforma suiza IQAir. Esta revelación ha puesto nuevamente bajo la lupa a las autoridades estatales y municipales por la falta de políticas efectivas para mejorar la calidad del aire, un tema que, más allá del medio ambiente, está impactando de lleno en la salud de la población.
Los datos no son nuevos, pero sí lo suficientemente graves como para insistir en ellos. Juárez, en particular, fue colocado como la segunda ciudad más contaminada del país durante 2024, apenas detrás de Ajalpan, en Puebla. Le siguen otras localidades del área metropolitana de Monterrey: Santa Catarina, San Nicolás, Escobedo y Monterrey, que también figuran en la lista de los peores índices de calidad del aire.
La situación, aunque crónica, se agrava año con año. Expertos ambientales, organizaciones civiles y sectores académicos llevan tiempo alertando sobre los riesgos que esta contaminación representa para la salud pública, con énfasis en enfermedades respiratorias, cardiovasculares y otras condiciones agravadas por la exposición constante a partículas finas.
Juárez y Santa Catarina, entre los más afectados
Según el reporte de IQAir, plataforma global que monitorea la calidad del aire en tiempo real, Juárez presentó una concentración de partículas PM2.5 de 23.2 microgramos por metro cúbico en lo que va del año. Esta cifra ubica al municipio en el segundo lugar nacional en niveles de contaminación atmosférica, una situación que ha sido señalada por diversos colectivos como una crisis que no se está enfrentando con la seriedad que requiere.
A Juárez le siguen Santa Catarina, con niveles que superaron los 100 puntos en el Índice de Calidad del Aire (ICA) durante los días previos al 5 de junio, fecha en que se conmemora el Día del Medio Ambiente. Por debajo de esta cifra, aunque aún en la zona considerada como insalubre, se encuentran Monterrey, San Nicolás de los Garza y Escobedo, todos con registros por encima de los 80 puntos.
En comparación, otras ciudades del país con mayor población, como la Ciudad de México, registraron 83 puntos en ese mismo periodo, lo que demuestra que la zona metropolitana de Nuevo León está experimentando niveles de contaminación similares o incluso más severos que los de la capital del país, sin contar con una estrategia de control a la altura del problema.
El color gris que tiñe el cielo regio desde hace varios años ya no es solo una señal visual: es un síntoma evidente de una crisis ambiental que se ha vuelto parte de la rutina, al punto de que muchos ciudadanos ya la asumen como normal.
Empresas en Nuevo León luchan contra la contaminación mientras la Comisión Ambiental decepciona con su inacción https://t.co/XcveMUDo4K
— Digital Plural (@DigitalPluralIA) June 4, 2025
La contaminación ya es un tema de salud
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente del Estado, la contaminación del aire en Nuevo León está relacionada con al menos 2,500 muertes prematuras cada año. Estas cifras reflejan el grave impacto que tiene el ambiente sobre la salud de la población, y cómo el problema ha pasado de ser una preocupación ambiental a un tema prioritario de salud pública.
Las partículas PM2.5, principales responsables de la mala calidad del aire, son lo suficientemente pequeñas para ingresar al sistema respiratorio e incluso llegar al torrente sanguíneo, provocando o empeorando enfermedades como asma, bronquitis crónica, enfisema pulmonar, enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer.
Además, los sectores más afectados suelen ser los más vulnerables: niños, adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes. En escuelas ubicadas en zonas con altos niveles de contaminación, los menores respiran aire contaminado durante horas, lo que podría afectar su desarrollo pulmonar y general a largo plazo.
Sin embargo, pese a los reportes y las advertencias, las acciones del gobierno estatal han sido consideradas por especialistas como insuficientes y reactivas. Las medidas tomadas hasta ahora —como operativos ocasionales, alertas ambientales y restricciones mínimas— no han logrado revertir ni mitigar la tendencia negativa.
Algunos activistas ambientales han señalado que las prioridades del Gobierno estatal han estado enfocadas en otros temas, dejando rezagado el asunto del medio ambiente, lo cual, advierten, podría tener consecuencias irreversibles en los próximos años si no se actúa de manera contundente.
Ciudadanía y expertos exigen medidas urgentes
Ante la gravedad del panorama, organizaciones civiles, académicos y colectivos ambientalistas han reiterado su llamado a las autoridades para que se adopten medidas estructurales que realmente incidan en la mejora de la calidad del aire.
Entre las propuestas más comunes se encuentra el fortalecimiento de una red de monitoreo ambiental eficiente y transparente, ya que muchos de los datos actuales provienen de fuentes independientes o extranjeras, como IQAir, y no de sistemas locales actualizados.
También se demanda una mayor regulación a las fuentes contaminantes, tanto industriales como vehiculares, y la implementación de políticas públicas que favorezcan la movilidad sostenible, como el transporte público eléctrico, el uso de bicicletas y la peatonalización de algunas zonas del centro urbano.
Por otro lado, la educación ambiental y la participación ciudadana son aspectos clave. Muchos sectores de la sociedad aún desconocen el impacto que sus hábitos diarios pueden tener en el entorno, y es responsabilidad del Estado generar campañas de información, sensibilización y corresponsabilidad.
La situación también exige una mejor coordinación entre municipios del área metropolitana, pues la contaminación no se detiene en los límites territoriales. Una estrategia integral, regional y multisectorial parece ser el único camino viable para frenar esta problemática que ya no da tregua.
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