La tormenta Alberto golpeó con fuerza a Nuevo León hace un año, dejando a su paso caminos destruidos, comunidades incomunicadas y una infraestructura severamente dañada en la región de la Sierra de Santiago y Santa Catarina. Doce meses después, la situación sigue prácticamente igual. Las carreteras siguen destrozadas, los accesos permanecen intransitables y las promesas de reconstrucción hechas por el gobierno estatal no se han materializado.
El gobierno de Samuel García anunció en su momento la aprobación de 180 millones de pesos destinados a las labores de reconstrucción. Sin embargo, al cumplirse el primer aniversario del desastre, los recursos no han sido liberados para los trabajos de reparación definitivos, dejando a los habitantes de la zona en un estado de abandono prolongado.
Mientras tanto, los municipios afectados y los propios vecinos han realizado apenas trabajos provisionales, intentando mantener mínimamente transitables algunos de los caminos más afectados. Con rellenos de tierra, piedras y compactaciones improvisadas, buscan mantener abiertos los accesos esenciales para no quedar completamente aislados. Pero estas acciones no sustituyen la reconstrucción que solo puede realizarse con el apoyo estatal comprometido.
Hace un año, la tormenta "Alberto" trajo a NL lluvias extraordinarias, que dejaron a su paso buenas noticias y también un rastro de daños.#ElNorteLocalhttps://t.co/dTatvXlxiu
— elnortelocal (@elnortelocal) June 19, 2025
Comunidades siguen aisladas por tormenta Alberto
Los habitantes de la Sierra de Santiago enfrentan a diario las consecuencias del abandono. Las carreteras a Laguna de Sánchez y Los Lirios, en Santiago, así como la ruta de La Huasteca, en Santa Catarina, siguen presentando daños severos: tramos enteros de pura terracería, deslizamientos constantes y desgajamientos que ponen en riesgo a quienes transitan por ellas.
En La Huasteca, aunque con algunos trabajos temporales, únicamente se puede llegar hasta la Cortina Rompepicos, pero varias comunidades ubicadas aguas arriba siguen parcialmente incomunicadas. Los residentes de San Antonio de la Osamenta, Canoas, El Tunalillo, Santa Cruz y El Pajonal se ven obligados a tomar rutas alternativas a través de Coahuila, aumentando sus traslados hasta en cuatro horas.
En otros puntos de la Sierra, como San José de las Boquillas, La Peñita, San Sebastián, El Cilantrillo y La Jacinta, los deslaves han empeorado la situación. A la par, comunidades como Buenos Aires, El Rodeo, Los García, Horcones, Ojo de Agua, San Cristóbal y Nogales reportan no solo dificultades de movilidad, sino también problemas para abastecerse de servicios básicos, como el agua potable.
Sin respuesta del gobierno estatal
El alcalde de Santiago, David de la Peña, ha expresado su frustración por la falta de apoyo estatal. Aunque su administración, junto con empresarios locales y vecinos, ha destinado cerca de 4 millones de pesos para realizar los arreglos de emergencia, señala que esto apenas alcanza para mantener el ancho de las vialidades, pero no para solucionar los daños estructurales.
De acuerdo con las estimaciones municipales, serían necesarios al menos 158 millones de pesos para rehabilitar completamente la infraestructura afectada. A pesar de ello, el gobierno estatal sigue sin liberar los 180 millones de pesos que supuestamente ya están presupuestados desde hace meses.
“He estado buscando tener comunicación con Hernán Villarreal, Secretario de Movilidad, pero no me ha recibido. Sé que hay 180 millones de pesos en el presupuesto destinados a reconstrucción por la tormenta ‘Alberto’, no sé dónde los estén ejecutando, pero acá en la Sierra de Santiago, ninguno”, declaró el alcalde.
El abandono no solo representa un problema de movilidad, sino también un riesgo de seguridad para cientos de familias que dependen de estas vías para su traslado, abasto y acceso a servicios médicos.
Abandono fuera del área metropolitana
El caso de la Sierra de Santiago y Santa Catarina refleja un patrón recurrente: el abandono de las zonas rurales y periféricas de Nuevo León, mientras la atención gubernamental se concentra en la zona metropolitana de Monterrey. La falta de infraestructura adecuada y de mantenimiento en estos corredores rurales los convierte en territorios cada vez más vulnerables.
El paso de Alberto fue un recordatorio de lo expuestas que están estas comunidades cuando las emergencias golpean y el respaldo estatal no llega. El presupuesto aprobado sigue sin aterrizar en las obras comprometidas, y las comunidades siguen cargando con las consecuencias de un gobierno que prioriza otras agendas.
Vecinos y autoridades locales han denunciado el abandono sistemático y exigen una respuesta clara del gobierno de Samuel García: ¿dónde están los recursos asignados?, ¿por qué después de un año no han iniciado las reparaciones?, ¿cuál es el plan para garantizar que estas comunidades no sigan aisladas?
Mientras tanto, el desgaste de los caminos continúa, las lluvias siguen afectando los tramos débiles y las comunidades siguen esperando respuestas. Cada día que pasa sin acción agrava el daño acumulado, encarece las futuras reparaciones y prolonga la incertidumbre de miles de habitantes que dependen de estas vías.
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