La presión sobre el agua en Nuevo León vuelve a ser tema de controversia. Aunque el gobernador Samuel García ha insistido en que protegería el recurso hídrico del estado, hoy la realidad es otra: la presa El Cuchillo tendría que reponer casi 60 millones de metros cúbicos que ya perdió la presa Marte R. Gómez de Tamaulipas. Dicho volumen se habría destinado para cumplir con la deuda hídrica de México con Estados Unidos, y la reposición saldría del embalse que alimenta principalmente a la zona metropolitana de Monterrey.
La situación revive críticas al gobierno estatal, pues mientras se prometió defender cada gota de agua para los nuevoleoneses, el recurso vital parece terminar como moneda de cambio en negociaciones que priorizan acuerdos internacionales por encima de las necesidades locales.
Extracciones sin freno en Tamaulipas
De acuerdo con reportes de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la presa Marte R. Gómez perdió en 81 días casi 60 millones de metros cúbicos, a causa de extracciones constantes que se dirigieron a Estados Unidos como parte del pago de la deuda hídrica establecida en tratados binacionales.
La disminución comenzó a registrarse desde el 30 de mayo, cuando el nivel del embalse bajó de los 700 millones de metros cúbicos. Desde entonces, las extracciones diarias han oscilado entre 10 mil y 60 mil litros por segundo, lo que provocó que el almacenamiento pasara a 640.3 millones de metros cúbicos, apenas el 81.9% de su capacidad.
Lo más alarmante es que esta pérdida equivale a más de 100 días de consumo para Monterrey, si se toma como referencia el abasto que suele otorgar El Cuchillo a la ciudad.
¡Hoy la incongruencia salta! Aunque el gobernador prometió proteger el agua de Nuevo León, la presa El Cuchillo tendría que reponer casi 60 millones de m³ usados en Tamaulipas y enviados a EE.UU. El recurso vital termina como moneda de cambio. 💧
— La Sierra Madre (@LaSierraMadre_) August 21, 2025
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El Cuchillo en riesgo
En contraste, la presa El Cuchillo, ubicada en Nuevo León, pasó en ese mismo periodo de 844.1 millones de metros cúbicos a 815.3 millones, es decir, perdió 28.8 millones de metros cúbicos, quedando en un nivel de 72.6% de su capacidad.
Este panorama se agrava porque Conagua ya había realizado dos desfogues previos de El Cuchillo en enero y abril, sumando 260 millones de metros cúbicos liberados para abonar a la deuda con Estados Unidos. Es decir, Nuevo León ya ha hecho sacrificios hídricos este mismo año, y aún podría enfrentar un nuevo trasvase.
De acuerdo con el convenio de 1996, el trasvase de agua hacia Tamaulipas debe realizarse cada noviembre si El Cuchillo cuenta con más de 516 millones de metros cúbicos y la Marte R. Gómez con menos de 700 millones, condiciones que hoy se cumplen.
Silencio del gobierno estatal
Lo que más ha indignado a ciudadanos y especialistas es la falta de pronunciamiento del gobernador Samuel García, quien en repetidas ocasiones prometió defender el agua de Nuevo León frente a trasvases y acuerdos que comprometan el abasto.
La incongruencia es evidente: mientras el discurso oficial subraya la importancia de garantizar agua para el futuro, la realidad muestra que Nuevo León sigue entregando recursos vitales, aun cuando enfrenta problemas recurrentes de sequías y cortes en el suministro para la población.
La ausencia de una postura clara del gobierno estatal alimenta la percepción de que el agua de los nuevoleoneses se utiliza como ficha de negociación política e internacional, sin que exista una estrategia firme para protegerla.
Un futuro incierto para Monterrey
El riesgo para Monterrey es evidente: si las extracciones en la presa Marte R. Gómez continúan al ritmo actual, el volumen que tendría que reponer El Cuchillo podría incrementarse significativamente en noviembre.
Especialistas advierten que esto comprometería el abasto para la zona metropolitana, donde millones de habitantes dependen directamente de ese embalse. Además, las lluvias no han sido suficientes para recuperar los niveles, lo que eleva la vulnerabilidad del sistema hídrico estatal.
El debate no solo gira en torno al trasvase en sí, sino al manejo político del agua, pues la ciudadanía recuerda que se prometió lo contrario. Hoy, los hechos muestran un escenario en el que el agua de Nuevo León podría estar sirviendo más para cumplir compromisos externos que para resolver las necesidades internas de un estado que ya vivió una crisis de desabasto en 2022.
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