En medio del creciente uso de recursos para la promoción digital, el caso de Mike Flores ha llamado la atención no solo por el monto millonario invertido en su imagen personal, sino por las dudas sobre la transparencia y el origen del dinero que lo posiciona como uno de los políticos con mayor presencia en redes sociales en México.
Desde agosto de 2024, el legislador de Movimiento Ciudadano ha gastado más de 4.3 millones de pesos en publicidad pagada en plataformas como Facebook e Instagram, según datos públicos de la biblioteca de anuncios de Meta. Esta cifra lo coloca por encima de gobiernos estatales, partidos políticos y otros funcionarios de alto perfil, incluyendo al propio Samuel García, gobernador de Nuevo León.
Lo sorprendente es que Flores no llegó al cargo tras una campaña tradicional: ocupa una diputación local por la vía plurinominal, sin haber recorrido calles ni enfrentado urnas. Y, aun así, ha desplegado una estrategia de autopromoción más agresiva que la de muchos candidatos en contienda real.
En menos de 10 meses, el emecista @mikefloresse gastó $4.3 millones en publicidad, solo en Instagram y Facebook.
— Daniel Reyes (@dreyesmty) June 16, 2025
Este monto es alto incluso para políticos nacionales o muy promocionados, como su compadre @samuel_garcias
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Ritmo de gasto por encima de todos
Durante varios periodos, Flores ha ocupado el primer lugar nacional en gasto político en redes, superando a instituciones federales como la Secretaría de Gobernación y a gobiernos estatales con amplios presupuestos. En semanas clave como la del 2 al 8 de diciembre o del 30 de enero al 5 de febrero, destinó entre 187 mil y 208 mil pesos, liderando el ranking nacional de publicidad digital.
En total, el legislador ha invertido 4.3 millones de pesos en apenas 11 meses, sin que se sepa con certeza si los recursos provienen de su propio bolsillo, del Congreso o de alguna estructura paralela. Esto ha generado preocupaciones legítimas sobre un posible uso anticipado de recursos para fines electorales, disfrazados de promoción institucional.
El volumen de su gasto ha sido tal que ha superado lo invertido por gobiernos como los de Chihuahua, Quintana Roo o por figuras de perfil nacional como Jorge Romero, dirigente del PAN. Incluso Greenpeace México aparece por debajo de él en el listado de anunciantes políticos de Meta.
Perfil inflado y currículum en construcción
Hasta hace poco, Mike Flores era un nombre casi desconocido en el ámbito político. Su experiencia se limitaba a la dirección de una empresa familiar de transporte y a una licenciatura en Administración de Empresas. Hoy, sin embargo, se presenta como estratega financiero, afirma cursar una carrera en Derecho y un doctorado en Ciencias Políticas, y se atribuye haber participado en la renovación de Fuerza Civil.
La transformación de su imagen pública ha ido de la mano de su presencia digital. Semanalmente, se le ve en videos editados profesionalmente, interactuando con ciudadanos, anunciando “logros” legislativos o simplemente enviando mensajes con frases motivacionales y slogans políticos.
Este despliegue de recursos ha generado inquietud entre sectores ciudadanos, que se preguntan: ¿Quién financia este crecimiento meteórico? ¿Por qué alguien sin una elección previa directa gasta como si ya estuviera en campaña? Y sobre todo, ¿a quién le rinde cuentas por este nivel de exposición?
Posicionamiento anticipado rumbo a 2027
En el contexto político de Nuevo León, donde Movimiento Ciudadano busca mantener el poder más allá de Samuel García, el caso de Flores no es casual. Diversos analistas lo señalan como un perfil que se está construyendo rumbo a la gubernatura en 2027, en una estrategia donde la popularidad en redes pesa más que el trabajo legislativo o la experiencia administrativa.
La estructura del gabinete estatal, el control del Congreso y la narrativa mediática han servido de plataforma para que nombres como el de Flores comiencen a sonar entre los posibles sucesores del actual gobernador. Pero la gran diferencia con otros perfiles es que su promoción ha sido constante, agresiva y sin interrupciones desde que entró al escenario público.
Mientras tanto, no existe claridad sobre los límites entre promoción personal y trabajo institucional. En teoría, los legisladores pueden difundir sus labores, pero el volumen y estilo de los anuncios de Flores exceden con mucho lo que se esperaría de un informe o un comunicado oficial.
La línea entre legalidad y exceso, entre visibilidad y propaganda, se difumina. Y eso pone en duda la equidad futura en procesos electorales, pues quienes han invertido millones durante años entrarán con ventaja a cualquier contienda, aunque no hayan declarado formalmente su aspiración.
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